Hace prácticamente un mes, saltaron todas las alarmas por la aparición de la nueva variante del dichoso Coronarvirus, Ómicron. Después de semanas de estudios, análisis y evidencias, todo parece indicar que se trata de una variante más de las muchas que han existido y existirán.
En una primera instancia, lo que sorprendió a los estamentos sanitarios fue su elevado nivel de contagio y propagación. Ante ello, los gobiernos de los estados se asustaron y tomaron medidas restrictivas de movilidad, sin ni siquiera esperarse a verificar los estudios clínicos.
Las farmacéuticas, se afanaron a anunciar que una nueva vacuna era del todo necesaria para hacer frente a la amenaza Ómicron, igual que también dijeron ante la variante Alpha, Beta, Gamma y Delta.
Luego suavizaron las explicaciones, y aseveraron que quizás con una tercera dosis de refuerzo sería suficiente, pero que mirarían de adaptar las vacunas anticovid existentes ante la nueva variante y disponerlas en tres meses.
Poco a poco, se ha ido confirmando que las vacunas actuales existentes son razonablemente protectoras con elevados porcentajes de efectividad.
Las últimas noticias que emiten los terminales de Bloomberg anuncian que la variante Ómicron no deriva en más hospitalizaciones en Sudáfrica (epicentro del Ómicron), sino que al contrario, éstas están descendiendo.
En definitiva, todo apunta a: una mayor transmisibilidad, pero menor lesividad, que es lo realmente importante.
Al final lo que preocupa es el estado de las UCI’s y los niveles de mortalidad, y las principales voces autorizadas del mundo sobre virología, encabezadas por el americano Dr.Anthony Fauci (respaldado por su séquito de científicos); finalmente corroboran que los efectos de Ómicron y las posteriores variantes que acontezcan serán cada vez menos preocupantes hasta que derive en un simple catarro.
¿Cuál es entonces el problema? Pues que para ello todavía faltan bastantes meses de convivencia con el virus.
Los argumentos de los expertos son claros y contundentes: el virus no desea la muerte de su huésped, sino solo que él vela por su propia supervivencia y la propagación de su especie.
Por lo tanto, si las nuevas variantes presentes y futuras son menos lesivas, lo que interesa es favorecer la transmisibilidad de esas variantes para que desplacen a las más dañinas; a la vez de aumentar los niveles de inmunización y vacunación de la población mundial.
Eso es justo lo que proclaman muchos entendidos en la materia: No cierren fronteras, sino que ábranlas todavía más. No restrinjan la movilidad, sino que foméntenla.
El debate está servido.
Entretanto la vida y la economía continúa
A pocos días de finiquitar el año, salvo sorpresa inesperada de última hora, podemos decir que 2021 ha sido un buen ejercicio para los mercados en general, con alguna decepción local.
Los principales índices internacionales presentan rentabilidades más que atractivas, a ambos lados del atlántico (S&P 500: 24%, EuroStoxx 50: 18%), destacando por encima de ellas el CAC 40 francés, con un rendimiento superior al 26%.
IBEX 35: la gran esperanza blanca
Ello contrasta con el selectivo español IBEX 35, que apenas luce algo más de un 3% de rentabilidad anual, erigiéndose como el índice europeo más decepcionante. El motivo yace en su composición sectorial, con gran peso de bancos, utilities, turismo,… y entendemos que finalmente su recuperación es una cuestión de timing.
Porque ni los franceses son más sexys que los españoles, ni las francesas más atractivas que las españolas, ni sus corporaciones son mucho mejores que las nuestras.
Por todo ello, pensamos que 2022 será el inicio de la recuperación del mercado bursátil español, muy penalizado en comparación con sus homólogos europeos.
Sigamos invertidos en Renta Variable
Creemos que la Renta Variable, deberá ser el activo predominante en las carteras, aprovechando los buenos fundamentales de gran parte de las empresas cotizadas; así como el despliegue de los programas fiscales de relanzamiento económico (Next Generation en Europa).
El debate de la inflación (si transitoria o estructural) continuará…, generando incrementos sostenidos del nivel de precios y valor de los activos. Con la esperanza de que no derive en una espiral inflacionista descontrolada, que haga precipitar una respuesta contundente por parte de los bancos centrales (FED, BCE,…) que haga descarrilar una recuperación armónica.
Ello provocaría un escenario plausible de subidas de tipos de interés por encima de las actuales estimaciones (guidance), que provocaría pérdidas en el valor de los activos de renta fija (habitual refugio de la inversión conservadora).
La explicación es evidente: Si contratamos un bono de renta fija con un tipo de interés del 0,15%, y al cabo de cierto tiempo, los tipos de interés del mercado se sitúan en el 1,50% (es decir, ¡10 veces más!) o incluso será superior. En ese contexto el valor de nuestro bono, necesariamente bajará puesto que si deseamos venderlo, el comprador nos exigirá como mínimo la rentabilidad del mercado, muy superior a la rentabilidad nominal de nuestro bono, con lo cual su valor ha de ser inferior.
Quizás nadie hasta ahora te haya explicado de forma tan elocuente el por qué la Renta Fija, actualmente ya no renta, y para colmo, ni tampoco es fija.
Por esta sencilla razón, hay que ser muy cauteloso con invertir en Renta Fija en los trimestres venideros, hasta que no se normalice la situación de tipos de interés. No te preocupes, que ya te avisaremos.
Con todo ello, mantengamos el optimismo en el 2022, estando estructuralmente invertidos en activos de Renta Variable y Retorno Absoluto, salvaguardando una parte de nuestro patrimonio en liquidez o activos de baja volatilidad, para aprovechar aquellas oportunidades que sin duda se presentarán.
FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO PARA TODOS.