Como bien sabes, si queremos prosperar económicamente con ahorrar (aunque es muy importante) no es suficiente. Si queremos prosperar de verdad, tendremos que invertir, sí o sí.
Y para ello necesitas disponer de un proceso inversor que se ajuste a tus necesidades y metas.
Una vez definidos: los objetivos financieros, establecida la estrategia de cartera de inversión y subcarteras de activos (todo ello en función del ciclo vital y horizonte temporal); el siguiente paso es disponer de una cuenta de ahorro diferenciada de la cuenta corriente.
¿Cuántas cuentas bancarias tenemos que disponer?
Tenemos que distinguir entre:
- Cuenta corriente. Es la cuenta ordinaria y tradicional en donde se registra:
- La domiciliación de ingresos
- La domiciliación de recibos (electricidad, gas, agua, telefonía,…)
- Los pagos diversos (seguros, subscripciones, proveedores, etc.)
- Los cargos de tarjetas de crédito/debito
- La emisión y recepción de transferencias
- Etc.
- Cuenta de ahorro. Es aquella cuenta por donde se canalizará:
- El ahorro generado en el mes, que pasará de la cuenta corriente a la cuenta de inversión (recuerda: págate a ti primero)
- La operatoria bursátil (compra/venta de valores)
- El abono de dividendos
- Las adquisiciones de participaciones de fondos de inversión
- Las aportaciones a planes de pensiones
- Planes individuales de ahorro sistemático (PIAS)
- Etc.
“La cuenta de ahorro sería como el campo base, de donde partirán las cantidades para adquirir los activos financieros que se han detallado anteriormente, que en cada momento se estimen conveniente”
Escoger el banco de tu confianza para mantener tanto la cuenta corriente como de ahorro, y en cualquier caso que se caracterice por una acertada estrategia digital, que disponga de una potente banca electrónica y avanzada tecnología.
Asegurarse que la entidad financiera nos brinda un buen trato a nivel de gastos operativos, mediante un programa de “cero” comisiones, a cambio de mantener cierta vinculación y nivel de operatoria.
¿Dónde mantener las inversiones?
Por el contrario las inversiones mejor mantenerlas en una entidad especializada en gestión de patrimonios; que se caracterice por ser cercana, flexible, con buenos gestores y analistas siempre accesibles; y que a su vez cuente con una arquitectura abierta, a fin de disponer de un amplio abanico de oportunidades de inversión sin restricciones; y sobre todo: SIN CONFLICTOS DE INTERÉS.
El proceso inversor se debe realizar de forma continuada. Como ya hemos planificado el destino de nuestras inversiones, nuestros ahorros mensuales se deben canalizar hacia nuestra cuenta de ahorro al instante.
Esta cuenta de ahorro, es como te decía nuestro “campo base”, sobre la que se irán materializando las diferentes adquisiciones de activos financieros que en cada momento se estimen conveniente: participaciones en fondos de inversión, aportaciones a planes de pensiones, acciones, etc.,…
“Es preferible que el proceso inversor sea periódico y continuado en el tiempo, por ejemplo, mensual; en lugar de realizarse en acciones puntuales y atemporales”.
Si se realizan las adquisiciones o aportaciones cada mes, nos beneficiamos también del efecto diversificador, que supone acudir a los mercados tanto en momentos idóneos como en circunstancias menos favorables. Esto es lo que se conoce como la técnica del “dollar cost averaging”, y está demostrado que es el mejor sistema de acumulación pasiva a largo plazo.
En cambio, si esperamos o dudamos, de forma que se realizan inversiones importantes de manera puntual; se corre el riesgo de escoger un momento adverso de mercado, el cual nos puede perjudicar en nuestra cartera.
¿Qué es la técnica del “dollar cost averaging”?
La técnica del “dollar cost averaging”, resumidamente, consiste en ir tomando posiciones en un valor o fondo de inversión concreto poco a poco, y con cantidades (importes) siempre iguales, por ejemplo: 500€, o bien, 1.000€, o el importe que te sea más conveniente.
De tal manera que como la cantidad a invertir periódicamente siempre es la misma, cuando el valor de la cotización es más bajo, compro más acciones o participaciones; y cuando es más alto, compro menos. De esta forma se reduce el precio medio de adquisición.
En definitiva, nuestro proceso inversor debe estar dotado de:
- Claridad: Disponiendo de una cuenta de ahorro separada de la cuenta corriente.
- Disciplina: Ahorrando para nuestro futuro tanto como se pueda (y como mínimo un 10% de los ingresos y preferiblemente el 15% o más.)
- Periodicidad: Invirtiendo cada mes la misma cantidad en los activos de inversión más convenientes para nosotros.
En Newman te podemos ayudar a diseñar el mejor proceso inversor que mejor se adapte a tus necesidades y circunstancias. Confíanos la gestión de tus inversiones financieras y te sentirás plenamente acompañado.