Se han cumplido tres semanas desde la ominosa invasión de Rusia sobre Ucrania, y al constatar el sufrimiento de tanta gente inocente, se nos compunge el corazón haciendo muy difícil hablar de la situación.
Valga desde aquí nuestro mayor tributo y apoyo a toda la población de Ucrania, y también al resto de personas que puedan padecer las repercusiones de la brutal agresión.
Se dice: “la muerte de una persona siempre es una tragedia, en cambio, la masacre de miles de personas es una mera estadística”. Es una cita cruel, pero a veces, los medios de comunicación banalizando su tratamiento informativo, la corroboran. Algo de ello puede estar pasando también en Ucrania.
Pero a pesar de la dramática situación, nos debemos a nuestros clientes e inversores, ofreciéndoles nuestra guía y acompañamiento en todo momento; así como estas reflexiones.
En nuestro anterior post (¿Estamos preparados para la guerra?) ya dijimos que esperábamos altas cuotas de volatilidad, y lo cierto es que las turbulencias en los mercados no han cesado y creemos que todavía se pueden acrecentar.
En momentos difíciles es cuando se forja el carácter
Somos muy conscientes de los tiempos que nos toca vivir. Primero fue la pandemia mundial iniciada hace justo dos años, y ahora para acabarlo de rematar nos enfrentamos a las consecuencias de una guerra abominable. ¿Qué más nos puede venir? No lo sabemos, pero sea lo que sea, lo afrontaremos con la mayor entereza y cautela.
No obstante, hay que remarcar que si bien la pandemia nos cogió a todos desprevenidos, causando el resultado por todos conocido; provocó que el conjunto del planeta luchase unido, desde un mismo bando contra un enemigo común en forma de virus.
Cuando en Marzo del 2020 los mercados tocaron suelo por el maldito Covid, no había dudas de qué dirección tomarían los mercados: hacia arriba. Incluso, la exuberancia de la recuperación bursátil sorprendió a no pocos analistas por su vigorosidad.
En cambio, ahora es muy distinto. En este conflicto de inhumanos ataques bélicos, cibernéticos y de contrataques económicos; lamentablemente, no todo el mundo está en el mismo bando.
Por descontado Rusia no parará hasta conseguir su preciada presa. Tardará más o menos, pero presumiblemente por aplastamiento la conseguirá.
China se mueve en función de sus múltiples intereses geopolíticos, entre ellos la estabilidad comercial. Los Estados Unidos, ven una posibilidad inmejorable para atacar la línea de flotación económica rusa, orquestando contundentes sanciones comerciales y financieras. Pero ellos lo pueden hacer, porque son autosuficientes tanto en energía como en cereales.
Y en medio, nos encontramos nosotros, la “cándida Europa”. Con una guerra ante nuestras narices, con la obligación moral de acoger a millones de paupérrimos refugiados. Con una dependencia altísima de la energía rusa. Desprotegidos por causa de una exigua defensa. Y sin una dirección política fuerte y clara. ¡Qué triste!
La partida de Putin
La guerra iniciada por el judoca Putin hace muchos años que rondaba por su cabeza, y como buen ajedrecista, ha estado moviendo peones, alfiles, torres y demás piezas a su antojo.
Vladimir Putin siempre se ha sentido atraído por Alemania, país en donde residió durante casi una década (1980-1989) trabajando como agente de la antigua KGB en la ciudad de Dresde.
El conocimiento profundo de lo que fue la Alemania Oriental, así como el dominio del idioma alemán, facilitó que tuviera tan buena química con la Dra. Angela Merkel, quien por cierto, también habla perfectamente ruso.
Putin siempre ha sido consciente que gran parte de las decisiones de Europa se fraguan en Berlín. Sabe que los mandos de la “nave europea” han estado pilotados por Alemania desde décadas. No en vano fue el canciller alemán Konrad Adenauer quien promovió la creación de la Comunicad Europea del Carbón y el Acero, siendo la semilla de lo que hoy es la Unión Europea.
Merkel, que a pesar de nacer en Hamburgo (RFA), pasó toda su infancia, adolescencia y madurez en la Alemania del Este (RDA). Quizás por eso se dejó seducir por el ex espía ruso Putin, y se comprometió con él a estrechar lazos entre Alemania y Rusia; lo que equivale decir, entre Europa y Rusia.
La canciller aceleró lo que ya iniciaron sus predecesores en el cargo y que se conoce como el proceso de “puentes tendidos sobre Moscú”, para normalizar relaciones con el Este. Puentes ahora ya dinamitados.
Tal fue el acercamiento propiciado por Putin con Alemania, que incluso el ex canciller alemán Gerhard Schroeder, aun hoy figura como presidente de la junta de Rosneft (para vergüenza de muchos); la principal compañía de petróleo ruso, propiedad mayoritaria del Kremlin e impulsora del gasoducto Nord Stream 2, AG entre Rusia y Alemania.
La situación actual en Europa está comprometida por su elevada dependencia energética con Rusia (el 40% del gas y el 27% del petróleo consumido en Europa es de origen ruso), acrecentada por aquella buena química que en su día hubo entre Putin y Merkel.
Todo ello, a pesar de que históricamente Rusia está considerada uno de los países más corruptos del mundo (ojo, Ucrania no se queda corta), según Transparency International.
Los hechos nos revelan que Europa, de la mano de Alemania, se equivocó. Sí, sí, la bondadosa Sra, Merkel se equivocó y no leyó adecuadamente los dañinos pensamientos de expansión del mafioso “oso ruso”, ahora mal herido y furioso.
Pero basta ya de lamentaciones, aprendamos de nuestros errores, saquemos todo lo positivo que se pueda de la situación y preparémonos para afrontar el futuro con ilusión y determinación.
¿Qué nos puede deparar el futuro?
Nadie lo sabe. Nos basamos en probabilidades otorgadas a diferentes escenarios posibles y a su vez cambiantes.
En nuestro anterior post (¿Estamos preparados para la guerra?) afirmamos que la tendencia de fondo de los mercados para el medio/largo plazo, continúa siendo alcista. Ahora, con todo lo comentado anteriormente, tan solo somos optimistas en el largo plazo, pero no así en el corto ni en el medio plazo.
El motivo es que ahora ya sabemos que lo que está ocurriendo no es comparable con la anexión de Crimea. En un inicio tuvimos la tentación de pensar que para la súper potencia bélica de Rusia, la invasión de Ucrania sería algo parecido a estar en un campo de entrenamiento o un paseo militar. Nada que ver con la realidad.
Esta cruda guerra está provocando un shock en los mercados energéticos que sin duda ya está teniendo traslación en la inflación y según sea su duración, la tendrá en el crecimiento económico.
Además el régimen de sanciones auspiciadas por Estados Unidos, no solo complica la situación en Rusia, sino que indirectamente también lo hace en Europa; por los vínculos comerciales de algunas corporaciones europeas (principalmente alemanas, y también francesas e italianas).
En palabras del presidente de Volks Wagen (VW), la situación es mucho peor que durante la pandemia en términos de desabastecimiento. Lo cierto, es que son muchos los componentes que se están viendo afectados, como los cereales, fertilizantes, titanio, uranio, aluminio, níquel, gas neón, etc. Que sin duda provocará roturas aún mayores en las cadenas de producción en Europa y a nivel global.
La conferencia de prensa de la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, del pasado jueves 10 de marzo, expone claramente las incertidumbres derivadas de la guerra; previendo impactos negativos superiores a los previstos en inflación, restricciones de oferta y deterioro de confianza en general.
Obviamente, un banco central no dirá nunca que se acerca una recesión, porque su propia mención la haría resurgir inmediatamente. Por eso, más relevante que las propias palabras, fue el lenguaje no verbal de la Sra. Lagarde lo que nos alertó, más indicativo de preocupación que de serenidad.
No podemos dominar el viento, pero sí orientar las velas
Es por ello, que aprovechando el reciente rebote en los mercados, recomendamos rebajar la exposición de riesgo de las carteras de inversión a la renta variable (proceso de RISK OFF parcial), en especial en aquellos portfolios más agresivos; hasta que tengamos evidencias de que la situación haya tocado fondo, circunstancia que todavía no podemos afirmar, a tenor del análisis gráfico.
Lo malo del asunto es que la Renta Fija tampoco es un activo atractivo en este entorno inflacionario de subida de tipos interés a la vista, por lo que nuestra labor es buscar “valor” allá donde lo halla.
Así pues la consigna continua siendo “esperar y ver”, pero ahora con menor exposición a la renta variable, especialmente centro-europea. Ya que en estos momentos, más que de acertar el curso de los acontecimientos, se trata de proteger en cierta medida nuestras carteras.
Lo que sí es recomendable continuar haciendo, son las aportaciones a los Planes de Inversión Sistemáticas implementados; más en estos momentos de indefinición y desconcierto de los mercados. Los motivos lo explicaremos en detalle en un próximo post.
Newman: seguimiento constante
Desde Newman continuamos con el firme propósito de mantener debidamente informados y acompañados en todo momento, a los ahorradores a lo largo de su trayecto inversor; manteniéndonos atentos a los acontecimientos.