Una de las ventajas de trabajar en grandes organizaciones es rodearte de fantásticas personas, de aquellas que te puedan enseñar buenas cosas y aprender de sus experiencias.
Procura siempre estar con gente mejor que tú. Si no en todo, al menos en algunos de los aspectos importantes de la vida (conocimiento, disciplina, actitud,…)
En mi trayectoria profesional tuve la suerte de aprender de un buen líder, quien me enseñó muchas cosas aunque él no fuera consciente de ello; lo hacía natural. Nuestra relación nunca fue directamente jerárquica, pero yo lo consideraba un mentor.
Entre las muchas cosas que aprendí de él, fue la diferencia entre participar y comprometerse, mediante una fábula “granjera”.
Con el tiempo descubrí que es uno de los ejemplos típicos que se ofrecen en las charlas y ponencias sobre motivación y desarrollo empresarial. Pero él fue quien primero me lo enseñó, y además lo hacía como a mí me gusta que me enseñen las cosas, predicando con el ejemplo.
A partir de entonces, siempre aproveché su fábula para explicarla a los diferentes equipos que tuve a mi cargo, como mecanismo de transmisión de nuestra cultura empresarial; y me fascinaba ver la cara que ponían al final del relato. ¿Quieres saber por qué?
La fábula de la gallina y el cerdito
Una gallina y un cerdito estaban paseando, cuando de repente la gallina le dijo:
- Oye cerdito, ¿qué te parecería si nos asociamos y abrimos un restaurante?
- Ohh, me parece una buena idea. ¿Cómo lo llamaríamos?
La gallina se paró a pensar un poco y seguidamente le respondió:
- ¿Qué tal si lo llamamos “Huevos con Bacon”? Además, ese podría ser nuestro plato estrella.
El cerdito se detuvo, y enseguida contestó:
- Pensándolo bien, creo que no me apetece abrir un restaurante contigo. Ya que yo sí estaría COMPROMETIDO, en cambio tú sólo te INVOLUCRARIAS.
Evidentemente, el cerdito lo pilló a la primera.
Como ya sabes, para preparar un plato de “huevos con bacon” intervienen el cerdo y la gallina, pero con una gran diferencia: la gallina solo participa poniendo el huevo, mientras que el cerdo se compromete de verdad. ¡Se compromete hasta la muerte!
Compromiso y lealtad: dos valores al alza
Esto me lleva a pensar que siempre es necesario contar con personas comprometidas en aquellos proyectos que emprendas. Y que te aporten su lealtad, que para mí es mucho más importante y va más allá que la fidelidad (entendiéndola ésta desde la óptica de la sumisión).
Pero el compromiso no es una cuestión que se pueda exigir a otros. No funciona de forma imperativa, sino que proviene de la generosidad.
El compromiso transforma deseos en realidades. Va más allá de las palabras, superando los problemas y obstáculos que surjan por el camino. Es una decisión firme que se acompaña de acciones, no sólo de pensamientos.
No obstante, en nuestra vida (personal, profesional, familiar,…) no hace falta morir cada vez que nos comprometemos, tal como le sucede al pobre cerdito; sino únicamente dar la mejor versión de nosotros mismos.
Y con el primero que debes estar comprometido es contigo mismo. Es a ti a quien debes de “auto rendir” cuentas en primer lugar.
Si quieres complacer a los demás, al primero que debes agradar es a ti mism@. No lo olvides jamás.
Así pues, tú qué haces, ¿sólo participas, o te comprometes?
En Newman lo tenemos claro. Estamos comprometidos hasta la médula en nuestro propósito de vida, que no es otro que mejorar la economía de las personas. Porque sabemos que si prosperamos en ese área, todo lo demás que también importa, mejora.