Entre el público en general es difícil encontrar un colectivo más odiado que el sector bancario. No cabe duda, que su (mala) reputación se la ha ganado a pulso, mediante la comercialización de productos financieros con mala praxis bancaria.
Testimonio de todo ello es el cúmulo de quejas y denuncias que los consumidores de servicios financieros han dirigido masivamente a los departamentos de atención al cliente de las respectivas entidades, al servicio de reclamación del supervisor, así como a los tribunales de justicia.
Todo valía para cumplir con los “malditos objetivos”:
- Productos complejos “colocados” con calzador a clientes poco idóneos.
- Comercialización de activos financieros arriesgados nada convenientes para perfiles de clientes ahorradores.
- Hipotecas con cláusulas abusivas por falta de transparencia.
- Y un largo etcétera…
Tu banco no es tu amigo
Está claro, tu banco no es tu amigo. Tenlo siempre presente. No es un “gran hermano” que vela por tus intereses. Al contrario, sólo le interesa su cuenta de resultados. La cual cosa es totalmente lícita (si se hace correctamente), pero en todo caso, debes ser bien consciente de ello.
Y si tienes dudas, compruébalo tú mismo analizando las siguientes “trampas” que tu banco te tiene preparadas para que caigas en ellas (aunque estén dentro de la ley).
Trampa #1: Compra sin dinero mediante tu tarjeta de crédito
De algún modo, es humano, y lo cierto es que cuando compras mediante la tarjeta de crédito parece que el acto de pagar sea prácticamente indoloro (es decir, que ni te enteras).
Y eso hace que la gente que utiliza la tarjeta de crédito, en lugar del efectivo, consuma más.
Por eso los bancos las incentivan con tanto empeño. Para que gastes más, y sobretodo financies tus compras con ellos.
El mejor negocio para las entidades financiera son las tarjetas de crédito. La financiación vía tarjeta de crédito es la que tienes que evitar a toda costa. Es la peor de lo peor.
Trampa #2: Consigue tu préstamo pre-concedido a interés cero
Pocas cosas hay gratis en esta vida, y menos en el ámbito bancario. El hecho de que el tipo de interés del préstamo ofrecido sea cero, no implica que el coste sea nulo.
Seguramente, lo compensen mediante la aplicación de unas elevadas comisiones de apertura y estudio, resultando una tasa anual efectiva (TAE) importante.
Piensa que los bancos, en general, deben hacer frente a un cúmulo de gastos impresionantes para sufragar sus costosas sedes corporativas, plantillas sobredimensionadas (quizás no en las sucursales, pero si en los servicios centrales), oficinas infrautilizadas, etc.,… Por lo tanto, a falta del cobro de intereses, cada vez más necesitan de las comisiones para nutrir su cuenta de resultados.
Trampa #3: Traspásanos tu Plan de pensiones y llévate un 3% de bonificación
Como decíamos antaño: “no hay duros a 4 pesetas”. Si un banco te ofrece una bonificación por llevarle tu plan de pensiones, te lo están quitando por otro lado a costa de la rentabilidad.
Y eso lo hacen por vía de las comisiones de gestión. Por lo que deberás preguntar siempre, qué comisiones incorpora el plan de pensiones.
Por otro lado, ten presente que las bonificaciones que recibes siempre implican un período de permanencia, mediante el cual el banco te tiene “enganchado”, para ofrecerte el plan que mejor le convengan a ellos en lugar de a ti; ya que muchas veces no tienes elección qué plan elegir.
Estate siempre atento a los señuelos que el banco te pueda ofrecer y presta atención a los detalles, y si puedes escoger el plan que mejor se adapte a tu perfil, ¡hazlo!
Trampa #4: Contrata tu hipoteca y siéntete seguro
Los bancos aprovechan la concesión de préstamos hipotecarios para vincular a los clientes durante largo tiempo; y además “forzando” a contratar todo tipo de seguros (vida, salud, incendios, etc.) para ampliar su rentabilidad.
Hay que saber que no es obligatorio contratar esos seguros con la misma entidad de la hipoteca, ya que por costumbre los seguros ofrecidos por los bancos son sensiblemente más caros que los que puedes contratar directamente con las compañías de seguros independientes.
Este es un clásico. Los bancos, en su ánimo de hacer venta cruzada (“cross selling”) de otros productos de su catálogo, intentan como sea engatusar un seguro de vida; como condición a la concesión de un préstamo, crédito, aval, etc. Argumentan que se trata de un tema de “riesgo”, pero en el fondo también persiguen su rentabilidad a costa de tu sacrificio.
Conozco personas que tienen tantos seguros de vida contratados por aquí y por allí que, en sentido figurado, “valen más muertas” que vivas (es una metáfora, espero que me comprendas bien); por la cantidad de pólizas que tienen vigentes y que ni ellas mismas son conscientes. Y evidentemente, todo ello tiene un coste importante a tener en cuenta.
¿Y en cuanto a la inversión?
En materia de inversión, la casuística no es muy diferente. Difícilmente tu banco te ofrecerá buenas ideas en materia de inversión, por una sencilla razón que se llama: Conflicto de interés.
No confíes en tu gestor bancario, salvo excepciones muy honorables, no mira por tus intereses, vela por los suyos.
Desconfía siempre de aquellos que les preocupe más tu dinero, que tú economía personal.
Por el momento, el sistema nos obliga a utilizar un banco, para ingresar la nómina, domiciliar recibos, etc. Ya puestos, busca aquel que te ofrezca un buen servicio online y bajas comisiones.
Y finalmente una recomendación. No pertenezcas nunca al grupo de clientes que más aprecian los bancos. ¿Quieres saber cuáles son?
Te lo digo: Se les llama el grupo de los clientes “desastre”.
Los clientes “desastre” son aquellos que se caracterizan por ser descuidados en relación con el dinero y por ende con su banco, de tal manera que cada dos por tres tienen descubiertos, pagan con demoras sus recibos de préstamos, exceden continuamente sus cuentas de crédito y aplazan por costumbre el pago de sus tarjetas.
En definitiva, todo un desastre para la economía de esas personas, y un fantástico negocio para su banco.
Cuando trabajaba en banca, ése era el colectivo más preciado que teníamos. Y ahora que estoy en el otro lado, me avergüenzo de haber sido cómplice de aquella forma de pensar.
Desde entonces, mi compromiso para con la gente es justamente el contrario. Evitar que las personas sean consideradas clientes “desastre”, y ofrecerles la mejor educación financiera para que puedan impulsar su economía tanto como les sea posible.
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